
Si perdemos la memoria de los mártires, perdemos el futuro de los pobres. “Poesía necesaria como el pan de cada día” dice el poeta. Poesía y utopía riman bien, y ambas nos son totalmente indispensables para atravesar el túnel. No aceptamos esa sociedad oficial que reduce la vida humana a mercado o, en el mejor de los casos, se propone el objetivo, siempre aplazado, de reducir el hambre a la mitad…
Estamos indignados y perplejos. Muchas voces, desde muchos ángulos, confiesan que estamos en crisis. Y que, así las cosas, no le va ni a Dios ni al Mundo. Estar en crisis, sin embargo, no es necesariamente una desgracia. La crisis es la fiebre del espíritu. Donde hay fiebre hay vida. Los muertos no tienen fiebre. No se trata de ignorar la realidad. Más aún: hay que asumirla y transformarla, radicalmente. Ahora ya no nos conformamos con proclamar que “otro mundo es posible”; proclamamos que es factible y lo hacemos!
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